Arte chileno en movimiento

julio 17, 2018 Por antenna

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Pareciera que el arte y la cultura están de moda. Hay actividades en las calles y en espacios culturales que surgen o se activan; hay agendas repletas de seminarios, conciertos y exposiciones. Con ello nacen nuevos consumidores y nuevos mecenas. Los directores de la Fundación Antenna han sido, en sus tres años de vida, testigos de estas transformaciones. ¿Existe un nuevo mercado del arte en Chile? Ellos responden.

Revisa la nota que nos publicaron en Tendencias/La Tercera (10/08/2018)

 

Voluspa Jarpa es hoy una de las artistas chilenas más renombradas. Un momento peak de su carrera fue hace dos años, cuando instaló su exposición “En nuestra pequeña región de por acá” en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Parte de la muestra trataba de un tema que ha venido investigando hace tiempo: los archivos desclasificados de la CIA sobre acciones en Chile entre los años 70 y 80. Detrás de ese montaje en la capital argentina estuvieron involucradas muchas personas e instituciones. Antenna fue una de ellas.

 

Antenna es una fundación que promueve el desarrollo de las artes visuales en Chile, a través de una comunidad de socios, de la gestión de proyectos y de las comunicaciones.

 

La idea surgió hace tres años, cuando tres jóvenes profesionales se juntaron con el objetivo de compartir lo que más amaban y de abrir las mentes de otros que podían entusiasmarse. Alfonso Díaz, periodista y consultor cultural, y Constanza Guell, licenciada en estética y gestora cultural, se conocían porque ambos habían tenido cargos de responsabilidad en el ámbito cultural del Estado. A ellos se unió la diseñadora y experta en gestión de negocios Elisa Ibáñez, quien venía con la idea de crear un “club de arte”. Además de sus ganas, los tres traían una buena lista de contactos adquiridos tras una década en sus respectivos trabajos. Hoy son los directores de Antenna.

 

Juntos, dicen, han sido testigos de las transformaciones ocurridas en Chile en la apreciación del arte contemporáneo, el interés creciente en actividades culturales y la emergencia de nuevos mecenazgos y coleccionistas de arte, ámbitos de los que se sabe muy poco, porque poco suele ocurrir en nuestro país. Aunque los vientos parecen estar cambiando.

 

La experiencia directa

El corazón de Antenna es su comunidad de socios. Personas interesadas en conocer y/o invertir en arte. Ya suman 250, donde se incluyen desde personas anónimas hasta nombres conocidos, como Ignacio Cueto, Jorge Errázuriz, Soledad Onetto, Abraham Senerman o Maya Castro. Todos pagan una membresía, lo cual representa el 65% del financiamiento de la fundación. El resto lo costean con el desarrollo de proyectos específicos.

La principal actividad con los socios son las llamadas Sesiones Antenna, que son experiencias directas con los artistas: charlas y recorridos con ellos por sus obras, en talleres, galerías o museos. En estos tres años, se han hecho 149 visitas, involucrando a 120 artistas y 86 espacios culturales. “La primera sesión Antenna fue el 11 de agosto de 2015 con Iván Navarro. Un año después, para el primer aniversario, fue con Alfredo Jaar. Y así. Han sido muchos nombres. Marcela Correa, Smiljan Radic, el Taller León, Benjamín Ossa, Enrique Ramírez, la Voluspa Jarpa”, cuenta Alfonso Díaz.

 

Muchas veces, de estas visitas surgen ventas inmediatas; otras veces son un primer acercamiento para una futura inversión. Desde Antenna explican que muchos se enamoran de la propuesta estética de un artista, precisamente porque conocieron y entendieron el proceso detrás. De ahí, aseguran, puede brotar un modelo de mecenazgo.

 

“Son profesionales interesados en comprar arte, pero al mismo tiempo en apoyar a los artistas. Les atrae la inversión en arte en la medida que puedan involucrarse en el proceso”, dice Elisa Ibáñez.

Agrega Constanza Guell: “Son personas que tienen la mayoría de sus necesidades cubiertas en términos de educación, de viajes, etc., pero hay algo que tiene que ver con un capital simbólico que quizás es una necesidad por alimentar. Saben que el aporte que están haciendo es mucho más allá de esa obra y que tiene un impacto social, es un aporte a la sociedad en el campo cultural”.

 

 

“Estos mecenas son primerizos. En general, no vienen de familias de coleccionistas, su aproximación es muy personal, se están comprando las primeras obras para su casa o para involucrar a su empresa; están partiendo su conexión con el arte”. Alfonso Díaz

Un ejemplo: después de la presencia de Voluspa Jarpa en el Malba, uno de los socios de Antenna que aportó al cofinanciamiento de la muestra, el doctor Ricardo Roa, fue invitado por ese prestigioso museo trasandino a integrar su comité de adquisiciones.

Constanza Guell comenta el caso de Lucas Dibán, “un joven abogado que llegó a Antenna invitado por su padre coleccionista y uno de los socios fundadores. Lucas pasó de ser socio a enamorarse del arte y de ahí a ser nuestro abogado probono. Fue un giro de 180 grados en su carrera y hoy dedica gran parte de su tiempo a temas culturales”.

 

Nuevos consumidores

Antenna no recibe comisión por las ventas que se generan a partir de sus sesiones. “Nuestro foco está en la mediación, en mostrar al artista”, dice Alfonso Díaz. En todo caso, es obvio que inciden en una mayor difusión y eventual inversión en los artistas que promueven.

“Lo interesante que pasa con este comprador es que, como ha participado en las sesiones, empieza a tomar conciencia de su gusto, se da cuenta de que busca un arte más relacionado con la tecnología, o lo político o más pictórico. Ha afinado su gusto y empieza a comprar con más foco. Los montos que invierten son bajos, manejables para ellos dentro de sus ingresos”, Elisa Ibáñez.

Los directores de Antenna distinguen varios tipos de comprador o eventual coleccionista. Muchos están comenzando a armar su colección, tienen una línea, estudian, se asesoran y se toman un tiempo en invertir. Otros compran más visceralmente. Estos últimos suelen ser coleccionistas de mayor edad y con más recursos económicos.

 

“Nosotros visibilizamos artistas que trabajan haciéndose preguntas, investigando la materia y la belleza, que están en continua observación interna y externa. Nuestros socios van a la sesión, ven la obra, conocen al artista.

 

Después de eso, ya sea que compren enseguida una obra o nos pidan información sobre otras obras del artista, les enviamos un archivo con obras y valores. Luego ellos cierran o no con el artista. Nosotros conectamos inicialmente a compradores con vendedores; luego esa relación tiene vida propia”, dice Constanza Guell.

Según la gestora cultural, la relación con el artista es una parte importante de las sesiones, pero no la única. “También está el intercambio entre los mismos socios, el encontrarse con otros amantes del arte, poder conversar de arte en un espacio donde están todos con la misma intención. Vemos el arte como pensamiento, como idioma colectivo y contenido clave para desarrollarnos humana y creativamente”.

 

Viento bueno

Alfonso Díaz comenta: “En los años 50 existió mecenazgo en Chile, pero disminuyó con la dictadura y el foco absoluto que puso el país en el desarrollo económico. En general, en el campo cultural ha habido un cambio notorio en los últimos 10 años, gracias a iniciativas como la feria de arte Ch.ACO, la Fundación AMA, Teatro a Mil, Lollapalooza, el GAM, CinemaChile o arquitectos que alcanzan renombre internacional, como Alejandro Aravena o Smiljan Radic. Hoy existe un mayor interés de las personas y la sociedad en consumir y generar cultura.

 

Vemos entonces que está el arte, están los artistas, está el interés, están los recursos, están las personas y está el talento profesional. Creo que realmente no falta nada para crecer en ese sentido, pues tal como se implementó un modelo económico exitoso, se puede implementar un modelo cultural igualmente exitoso”.

 

El optimismo por este cambio de viento en el arte es compartido por Constanza Guell. “Somos una escena consistente, que ha empezado a expandirse hacia otros mercados a través de las ferias principalmente, y hay un interés notorio de curadores internacionales por nuestro arte. La producción artística chilena es de primer nivel y muy valorada internacionalmente; tiene una fuerza y poesía que la identifican y que son muy atractivas para el consumidor de arte”.

Para que el entusiasmo no decaiga, Antenna celebrará sus 3 años con su sesión 150. Será con una visita al Museo de Bellas Artes, donde habrá una conversación privada con la fotógrafa Paz Errázuriz y un recorrido con ella por la retrospectiva de su obra. El fin de fiesta será en el bar Loreto, en Bellavista. El arte, entonces, al menos por esa noche, le pasará la posta a la música.

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