Sesión

Fecha_18 julio, 2019

Registro_Vanesa Henseleit

Taller Pocuro

Jacinta Besa, Colomba Fontaine, Isidora Villarino, Macarena Jofré, María Ossandón, Catalina Valenzuela, Conilars y Sergio Loayza

Ubicado en la avenida del mismo nombre, Taller Pocuro nos abre sus puertas presentándonos a los ocho artistas que trabajan aquí. Visitando cada uno de sus espacio de trabajos, nos hablaron de sus procesos creativos e intereses, haciendo hincapié en los materiales y técnicas que utilizan.

Comenzamos nuestra visita con el taller de Jacinta Besa y su inusual uso de la plasticina, un material ligado a la creatividad infantil pero que la artista utiliza para abordar asuntos relacionados con la memoria, el rol de género y sus propias problemáticas personales. Sobre fotografías o a partir de las mismas, sus obras son minuciosos trabajos de color construidas por capas. Al lado de Jacinta nos encontramos con las lupas y muestrarios de objetos de María Ossandón, quien mediante la recolección de objetos como recipientes de vidrios, pastilleros y piedras, crea escenas narrativas en miniatura con pequeños personajes en su interior. Asimismo y en paralelo, utiliza trozos de cerámicas ilustradas, que sobre papel, termina de completar a través del dibujo. Continuando y al fondo de la casa, Macarena Jofré nos muestra sus “esculturas y volúmenes procesuales”, que tal como nos cuenta, son creadas a partir de la mixtura de materiales tales como hormigón, metales y pinturas. A un costado de ella, vemos el taller compartido entre dos artistas que utilizan diferentes formatos para explorar el color. Muralista y artista audiovisual, Constanza Larenas más conocida como Conilars, lleva sus brochas a la calle, muros y edificios desde el año 2010, “me interesa el color, la saturación, la geometría, la repetición, los patrones y la acumulación, pero siempre desde una mirada abstracta o lo que encuentro en la naturaleza” comenta. Por su parte, Sergio Loayza, que se presenta como autodidacta, trabaja desde el bastidor clásico, transformándolos a través de ensamblajes, cortes y orificios. De esta manera el color y la forma hacen que sus obras “puedan ser observadas como objetos y no como cuadros colgados a las murallas” dice.

Subiendo al segundo piso, nos encontramos con el taller de Colomba Fontaine, quién nos cuenta que su trabajo investigativo comenzó en torno al grabado tradicional. Mediante la adhesión y sustracción de material, sus trabajos se crean por superposición de capas de distintas tintas oleosas y al agua, que luego son talladas haciendo aparecer imágenes: “Mi trabajo explora los procesos inesperados, pero siempre aplicando los mismos procesos como la paleta de colores con que pinto o la presión y los diferentes objetos con que voy quitando material sobre los soportes que trabajo” añade. Al frente de Colomba, las transparencias y las capas de pigmento negro se unen para hablarnos de las obras que Isidora Villarino desarrolla. Con una mirada situada sobre la ciudad, el espacio urbano y la arquitectura, esta artista investiga la luz que incide sobre las estructuras, y en función de eso, cómo se generan las perspectivas. Finalizando nuestro recorrido llegamos al taller de Catalina Valenzuela, quien usando la técnica de pastel seco y la fotografía, crea atmósferas inspiradas en la percepción del paisaje y las tonalidades de color, además de empezar una investigación reciente con la cerámica para llevar estos estudios a nuevos volúmenes.

“Lo interesante de tener un taller con tantos compañeros artistas, es que siempre se fomenta, con y sin querer, un ambiente de colaboración de manera espontánea y aleatoria. A veces uno comienza a investigar algo, y si hay alguien al lado, esta bueno pedir un consejo o una mano amiga dispuesta a ayudar” dicen.

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